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 El caso de Prospera Muñoz-parte II

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El caso de Prospera Muñoz-parte II Empty
MensajeTema: El caso de Prospera Muñoz-parte II   El caso de Prospera Muñoz-parte II Icon_minitimeMiér Feb 27, 2008 3:47 pm

Expectativas


«Hay mucha gente que espera de nosotros que en cierto momento seamos protagonistas de alguna acción llamativa bajo las directrices de «ellos». Sin embargo, creo que esto no es así. Cuando llegue el momento de la acción cada uno de nosotros actuaremos a nuestro modo y manera, según nuestra forma de ser y en el campo que nosotros elijamos. La idea de que los extraterrestres nos han impuesto una misión determinada me parece –sinceramente– poco respetuosa para con nuestro libre albedrío».

«Y es que he de reconocer que en todo este proceso mi personalidad sigue siendo, básicamente, la misma. Aunque justo es reconocer que se ha potenciado para bien en muchos aspectos, gracias al apoyo de mi familia, de la credibilidad que me otorgaron algunos investigadores, de las enseñanzas de algunos amigos y de mi acercamiento a temas trascendentales. Conviene, por último, aclarar que ese «despertar de conciencia» no es sinónimo de un despertar de facultades paranormales, pues considero que éstas sólo son un atisbo incontrolado de las tremendas posibilidades creativas que tiene nuestra mente. Sí creo, en cambio, que «ellos» nos estimulan a desarrollar esas facultades no sólo a mí, sino a todo el género humano. Al fin y al cabo, «ellos», en todo mi proceso, no han sido más que el acicate para mi desarrollo interno, y el trampolín para dar a conocer su existencia al gran público.»

«Vengan del plano que vengan (otro planeta, una dimensión paralela o cualquier recóndito lugar de mi cerebro), merecen todos mis respetos y agradecimiento, ya que me obligaron a dar un gran paso en el camino de mi propia evolución personal.»



De Los Contactados A Las Abducciones

Son numerosos los testigos que describen a los seres que los abducen, como pequeños, macrocéfalos, brazos alargados y de ojos prominentes y desproporcionados. ¿Podría tratarse de una especie de seres de otros mundos, interesados en la raza humana con la finalidad de experimentaciones genéticas?.

Durante décadas sólo la ufología europea hacía claras distinciones entre los casos de contacto y los de abducción. En los primeros, los testigos describían sus relaciones –por lo general continuadas y llenas de experiencias complementarias– como entidades extraterrestres que deseaban transmitir a la Humanidad alguna clase de mensaje a través de su interlocutor en la Tierra, en este caso el propio contactado. Por contra, las abducciones presentaban el aspecto más dramático del rompecabezas OVNI, y mostraban episodios en los que el sujeto era introducido, aun en contra de su voluntad, al interior del OVNI para ser examinado a conciencia y ser reintegrado a la sociedad con un lapso importante de «tiempo perdido». A ojos de cualquier hábil observador del escenario OVNI ambos fenómenos parecían ser las dos caras de una misma moneda.

Sin embargo, lo que hasta hace poco tiempo los investigadores eran capaces de clasificar en diferentes archivos, en los últimos años se ha convertido en un ejercicio harto difícil. Contactados como Sixto Paz reconocen ahora haber sido sometidos a operaciones quirúrgicas similares a las vividas por los abducidos. Presentan ya extrañas cicatrices sobre sus cuerpos, atribuibles a esas intervenciones e incluso aseguran haber sido objeto de «implantes» por parte de sus contactadores. Por contra, los abducidos comienzan a confesar extrañas «misiones» recibidas de los extraterrestres, cosa que –hasta hace pocos años– parecía ser sólo del dominio de los contactados. Es el caso, por ejemplo, de Betty Andreasson (de nombre real Betty Ann Luca) quien dedujo de sus vivencias que había sido abducida para informar a todo el mundo de la existencia real de los extraterrestres. Lo que comenzó como un episodio de abducción ha ido tomando matices contactistas a medida que los «guardianes» o los «extraños» –como indistintamente llama Betty a sus visitantes– iban reapareciendo una y otra vez. Es también el caso de los famosos visitantes de dormitorio, que reaparecen una y otra vez en la alcoba del testigo, llegándose a establecer cierto vínculo de «a mistad», si es que podemos denominarlo así, entre testigo y visitante.

En definitiva, la ufología está perdiendo progresivamente sus formas puras, haciendo que –como afirman John Spencer y Hilary Evans en un estudio comparativo entre abducidos y contactados– «el factor crucial de los informes es que cada caso es único. Esto en sí mismo –continúan– es razón para sospechar que el fenómeno "externo" tiene un significado "interno" específico para el testigo individual». Es decir, que a pesar de que pueda haber un fenómeno externo en los casos de abducción y de contacto que pueda ser idéntico, es el testigo el que al narrar su caso tergiversa la objetividad de su experiencia transformándose indistintamente en «contactado» o «abducido».

Lo cierto es que los ufólogos más brillantes comienzan a sospechar que ambos calificativos son sólo etiquetas para un mismo fenómeno, y que no hacen sino complicar las cosas y ralentizar un análisis más clarificador de la problemática OVNI.



Un Siglo De Abducciones



Desde que el Dr. Simon «construyó» la abducción del matrimonio Hill, han sido centenares las personas que afirman haber vivido episodios de secuestros por extraterrestres.

Cierto es que existen casos aparentemente anteriores a 1961. Sin embargo, el episodio de los Hill fue fuente de inspiración de ufólogos y testigos que, tras conocer dicho caso, «recordaron» sus respectivos raptos.

En el libro escrito por Antonio Ribera Secuestrados por los OVNIs, se parte de un centenar de casos como muestreo válido para enfrentarse al fenómeno abducción, resultando que ya ese mismo término es sumamente tendencioso. Abducción, sinónimo jurídico de rapto o secuestro, ha sido asimilado por los ufólogos que definen tal concepto como la experiencia habida en el interior de un OVNI por parte de una persona capturada por agresivos alienígenas. Sin embargo, lo cierto es que la agresividad de los supuestos captores sólo aparece de forma manifiesta en un 25 por ciento de los casos. En los restantes los testigos describen una actitud de aséptica indiferencia, cuando no marcadamente amistosa.

Tanto es así que en muchas ocasiones la experiencia no se limita a un solo episodio de rapto, sino que el abducido protagonizará otras experiencias OVNI posteriores. Así, al menos un 25 por ciento de los «secuestrados» afirmaron haber tenido posteriores encuentros OVNI, y de ellos no menos de un 15 por ciento terminarían recibiendo «mensajes» y pasarían a engrosar las filas de los «contactados». Algunos casos tan célebres como el de Charles Hickson, o la mismísima Betty Hill, serían ejemplos significativos.

A esta evolución de «la abducción al contacto» ayuda el hecho de que el arquetipo «extraterrestre bueno=guapo» y «extraterrestre malo=feo», puede aparecer en estos casos entremezclada. Más de un 12 por ciento de los abducidos describen tripulantes de diferente tipología durante sus supuestas experiencias en el interior de los OVNIs. Y si bien es cierto que existen relatos donde los captores agresivos son tripulantes altos y rubios (tipo adamskiano) y los «hermanos cósmicos» transmisores de mensajes son pequeños humanoides macrocéfalos, no es menos cierto que estos casos son la excepción de la regla. Así, cuando en el interior de la supuesta nave, el testigo ve humanoides macrocéfalos, junto con seres altos y de aspecto nórdico, no ha de extrañarnos que, tras haber asumido los supuestos ETs apuestos el papel benigno, el abducido protagoniza posteriores episodios de contacto post-rapto. Esta especie de «síndrome de Estocolmo cósmico» transforma al secuestrado en una suerte de «Patty Hearst ufológico» al comenzar a sentirse como un afortunado «escogido» entre el grueso de los mortales, sufriendo en casi todos los casos un «cambio de conciencia», o a lo menos una transformación en su forma de ver la vida. Por ello la abducción y el contacto no son sino la cara y cruz de una misma moneda.

Pese a todo esto, la mayor parte de los ufólogos continúan asimilando el concepto de abducción a rapto violento, manipulando un poco tendenciosamente el mismo, y pretendiendo, como siempre, hacer el fenómeno OVNI «a su imagen y semejanza».

No es de extrañar por tanto que, frente a la postura que asumen los procontactistas de asimilar a los ETs como los «nuevos ángeles», estos investigadores vean en los mismos ETs a los «nuevos demonios».

Sin embargo, el mito del rapto está presente en todas las culturas desde tiempos inmemoriales. Desde los aquelarres de las brujas, hasta la Santa Compaña gallega, pasando por el Magonia de las Hadas, los Zobop haitianos, los «vuelos chamánicos» o el arrebato de Elías, en todas las culturas se recoge tradicionalmente algún tipo de rapto de los mortales por parte de otras entidades.

Sin embargo, identificar tales episodios, de forma literal, con las actuales abducciones, es sumamente delicado, ya que cada tradición surge en un contexto cultural, cronológico y social determinado, utilizando unos arquetipos que varían con los años. Por eso los íncubos y súbcubos medievales no son iguales a los actuales «visitantes de dormitorio», aunque quizás estén hechos de la misma esencia.

Pese a la infinidad de «pruebas» que presentan los abducidos para demostrar objetivamente sus subjetivas experiencias (fotos o filmaciones de las naves o incluso de sus captores; huellas sobre el terreno del aterrizaje; grabaciones magnetofónicas; supuestos implantes alienígenas; otros testigos o evidencias de la presencia OVNI; etc.) sólo los abducidos pueden comprender el inenarrable sentimiento de la experiencia en el interior de los OVNIs. Y, como siempre, sólo el testigo nos permitirá comprender la naturaleza y origen de su experiencia personal, mantiene una estrechísima relación con su mente, receptora y adaptadora de toda percepción sensorial o no sensorial.
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